Juntos desde la "guarde" compartiendo buenos y malos tiempos... y siempre, siempre fiel.
Decidió dejar sus estudios al terminar bachillerato, sin embargo yo seguí la voz de mi vocación; ser médico y especializarme en ginecología.
Roberto soporto mi año de "Erasmus" en Florencia, y después de acabar la carrera y la especialidad, los máster en diferentes países de Europa y Estados Unidos.
Nunca nos planteamos "papeles", nos bastaba nuestro amor firme y compromiso mutuo el uno con el otro.
Siempre me apoyó incluso cuando tuve la oportunidad de combinar mis conocimientos médicos con las artes medicinales milenarias de oriente y la acupuntura.
El viajar a China durante tres meses...me pasó factura...
En las conversaciones telefónicas, percibía a Roberto, preocupado y distante, pero no lograba "sacarle prenda".
A mi vuelta, el recibimiento fue frío, muy frío y distante. En el trayecto del aeropuerto a casa me confesó que había otra mujer. Una mujer muy joven que... esperaba un hijo de él...
***
En casa del herrero...ya se sabe... En los últimos 10 años no había sido capaz de quedarme embarazada y eso también me empujaba a seguir investigando "la fórmula magistral" para tener mi "propio hijo", ese era el MAYOR de mis sueños y ahora UN HIJO, de Roberto, se había convertido en mi peor pesadilla...
¿A cuántos niños había ayudado a nacer?
¡CIENTOS!
y ¿a cuántas mujeres a concebir un niño con reproducción asistida y la "tecnología más sofisticada" y que sin embargo, se negaba a "funcionar" en mi cuerpo? Era una especie de castigo...
Ni la ciencia, ni el amor de Roberto, habían conseguido hacerme madre... y ahora una "niñata" y en apenas tres meses conseguía alcanzar mi sueño.
Entré en casa abatida y derrotada...
A los pocos días sonó el teléfono de mi consulta privada, (la tenía en mi propia casa y con todos los adelantos para asistir cualquier tipo de parto por complicado que se presentara) Roberto me pedía una cita para la madre de su hijo...
Mil ideas pasaron por mi mente. ¡¡¡ Qué poca sensibilidad !!!
Me decía que quería a "la mejor" para ayudar a llegar al mundo a su primogénito. Dudé unos instantes pero accedí, me podía la curiosidad...y de alguna manera, quería sentir la cercanía de un hijo del hombre que más había querido en mi vida.
Era muy joven, tenía como mucho 20 años. Vestía de forma casual y estaba muy pálida. Su baja estatura y su mirada asustada le hacían tener un aspecto muy vulnerable, como si fuese incapaz de llevar a cabo cualquier cosa y sin embargo estaba "gestando" LO MÁS IMPORTANTE y milagroso que se puede hacer en la vida...
Era su primera visita a un ginecólogo, estaba temblando, imaginé que por timidez o... tal vez Roberto le había hablado de mí... Intenté mostrarme lo más profesional y distante posible, pero yo también temblaba por dentro y... por fuera.
Les hice las preguntas rutinarias pertinentes sobre fechas, antecedentes familiares, anteriores embarazos o abortos... cada pregunta era una lanza para mi corazón...
Cuando empecé a examinarla, el temblor de mis manos me delataba, mientras Roberto, no paraba de hablar para mantenernos "distraídas" a las dos.
Al comenzar la ecografía, vi algo... algo que me produjo un vuelco en el corazón...
*****
"DOS" diminutos corazones, latían en el interior de un útero casi infantil.
Un escalofrió recorrió mi espalda a la vez que una idea pasó por mi cabeza...una idea ABSOLUTAMENTE DESCABELLADA pero que no podía apartar mientras movía la sonda convexa del ecógrafo sobre su abdomen.
La "idea" me martilleaba el cerebro y no me dejaba pensar con claridad y opté por el silencio, para permitirme meditar y recuperar la calma.
Les dije a los futuros padres que todo iba bien, (unos padres novatos no suelen ser capaces de interpretar una ecografía de un feto de aproximadamente 12 semanas.) y les cité para la siguiente visita, después de prescribirle unos pruebas rutinarias y unos análisis.
Cuando volví a casa después de un complicado día, mi cabeza estaba a punto de explotar. Un plan se tejía en mi mente y sobre todo...en mi corazón.
A las dos semanas, "los futuros padres" volvieron a la consulta.
Los análisis mostraban que Gabriela estaba muy débil. Gestar a dos criaturas era un trabajo demasiado duro para un cuerpo tan pequeño, pero la ecografía mostraba que los fetos crecían a buen ritmo, apropiándose todas las fuerzas y energía de su madre.
Les tranquilice, diciendo que todo iba bien y seguí sin comentarles que se enfrentaban a un parto gemelar, me limité a prescribirle una dieta híper-calórica, vitaminas y reconstituyentes para Gabriela.
Les hablé de "una nueva técnica" aprendida en mis tres meses en China, donde podíamos proceder al alumbramiento, programando el parto en mi consulta privada, solo con mi asistencia y sin anestesia, utilizando la acupuntura, técnicas milenarias y relajación.
Quedaron encantados y aceptaron inmediatamente, Gabriela tenía un tatuaje en la zona lumbar que desaconsejaba la utilización de la anestesia epidural, y que como a cualquier primeriza, le aterrorizaba el dolor a la hora del alumbramiento.
Antes de irse, les anuncié algo:
Yo también me encontraba embarazada...
Roberto, a lo largo de los meses, insistía en preguntarme quién era el padre de mi hijo, yo desde el primer día le dije que eso ya no era de su incumbencia, que él había elegido ya a quién quería como madre de sus hijos y no era yo...Además él núnca tomó muy en serio mi anhelo de ser madre, siempre le quitó importancía y nunca le sentí a mi lado en MI batalla por ser padres.
Los meses pasaron con lentitud para mí. Deseaba que llegase el desenlace cuanto antes... mis deseos por ser madre crecían día a día...
El vientre de Gabriela era muy prominente (todo lo contrario que el mío que disimulaba con ropa muy amplia) y la salud y madurez de los bebés era óptima y adecuada así que programamos el parto.
Gabriela y Roberto, llegaron a las 9 de la mañana en punto a mi consulta. Me ocupe de que Rita mi enfermera, tuviera la semana libre y me dispuse a prepararlo todo. Roberto esperaba en el Salón de casa, estaba cómodo y confiado, sabía que era una profesional de primera y que Gabriela y su hijo estaban en buenas manos.
Utilice todos los medios necesarios para inducir a Gabriela a un estado de duerme vela con las técnicas aprendidas en mi máster en China y combinadas con lo más avanzado de la medicina occidental.
El parto fue un auténtico éxito. Los dos bebés nacieron sin problemas y con una salud excelente. Gabriela dormía...
****
Los bebés eran muy diferentes. El varón era fuerte como su padre y la niña delgadita y con unos enormes ojos azules como su madre. Tomé al niño y lo subí a mi dormitorio. Tenía todo preparado para recibirlo. Lo acosté en una pequeña cuna y bajé a dar la noticia a Roberto, "su hija", había nacido sin ninguna dificultad.
La ambulancia para trasladar a casa a Gabriela y su niña, ya estaba esperando en la puerta de la consulta.
Me despedí de ellos y les informé que estaría ausente un tiempo, ya que quería que mi hijo naciese fuera de España y que tenía que viajar un par de meses antes de dar a luz.
Roberto me dió mil veces las gracias. Se le veía ENCANTADO con su niña y prometió llamarme para interesarse por mi parto.
Cogí al pequeño "Roberto" y una pequeña maleta y llamé a un taxi. Una casita en el Pirineo Aragonés me estaba esperando, Allí pasaría mi "año sabático" cuidando de mi hijo y planeando el resto de nuestras vidas…
"Esta historia tendrá continuación 18 años después, cuando se produzca el encuentro de los gemelos..."
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