martes, 5 de julio de 2011

"El Triangulo de las Bermudas..."

No fue fácil abrirme paso en un mundo mayoritariamente de hombres.

Mis medidas, 95-60-90, no me ayudaron precisamente, pero desde pequeña
corría detrás de un sueño: PILOTAR UN BOING 747.

Compaginé mis pases de moda con la academia de pilotos de Manises en Valencia y finalmente allí estaba, a punto de elegir ruta con mi primer contrato de piloto comercial firmado con trazo firme y una alegría desbordada...

La ruta de Las Bermudas estaba rodeada de misterio y no era precisamente una de las más solicitadas así que una vez más guiada por mis impulsos, marqué con una cruz la casilla de "Bermudas" como primer destino y como forma de ir contra-corriente una vez más en mi vida.

Despegamos a las 8.00 A.M, llevábamos poco mas de 3 horas volando cuando
el timón de dirección y de profundidad, empezó a no responder a mis órdenes;

La sensación era como si unos "hilos invisibles" controlaran los mandos.
Intenté no perder los nervios y buscar la colaboración de mi copiloto, (un
comandante entrado en canas, venido a menos por sus múltiples escándalos y
affaires, con sus tripulaciones. Más tarde lamentaría su decisión de formar
parte de mi equipo, solo con la intención de llevarme a la cama)


Los Flaps, no permitían aumentar la curvatura del ala y con ello la

sustentación del avión, por tanto no me posibilitaban que el vuelo fuera más
lento para facilitar nuestro aterrizaje. Esta, aunque era una decisión un tanto
arriesgada, era la única aceptable, ya que la radio también perdió la cobertura
y desde la torre de control, no recibíamos ninguna indicación para actuar.

Las coordenadas del cuadro de mandos eran a todas luces erróneas, nos
estábamos saliendo de la ruta pre-establecida, y de pronto apareció ante
nuestros ojos una gran explanada que sin duda nos serviría para el aterrizaje
de emergencia, así que comencé con las maniobras de aterrizaje forzoso,
sacando los Airbrakes para que el avión bajase más deprisa y redujera la
velocidad de vuelo. Desplegué el Gear (tren de aterrizaje) y accioné los
Brakes, frenos del tren de aterrizaje de las ruedas del avión, y finalmente y
como si se deslizara por nata montada, tomamos tierra.

Solo a unos metros ante nosotros había un edificio de grandes
dimensiones , con una mezcla de estilos arquitectónicos espectaculares
capaces de combinar la planta de una catedral gótica con los materiales del
Guggenheim de Bilbao, la piedra y el cristal...



Miré a mi copiloto y comprobé que se había quedado sin conocimiento. Salí de
la cabina, comprobando que toda la tripulación y los pasajeros estaban
sumidos en un profundo sueño aunque comprobé que respiraban sin dificultad
y sus corazones latían acompasadamente.

Me dispuse a salir de la nave, con la intención de buscar ayuda y comunicación
con la torre de control más cercana para lanzar un S.O.S.

NO sentí miedo, aunque sabía que estaba entrando en otra dimensión... Mi
serenidad era lo que más me asustaba...
***

El edificio era ENORME, casi como una ciudad. Estaba dividido en plantas con un ascensor de cristal en el centro. Tenía cientos de habitaciones y en cada planta un gran salón...

Había un directorio delante del ascensor. Se dividía en plantas por categorías:

Arquitectos, médicos, cómicos, actores, cantantes, maleantes, escritores,
jueces, comerciales, personal de limpieza, peluqueros, científicos, modistas,
ingenieros, curia, dentistas, banqueros,deportistas...

Subí al ascensor y al llegar a la 4ª planta, las puertas se abrieron. No pude
evitar sonreír cuando vi a Valle Inclán, (absolutamente inconfundible por su
barba)
, conversando amigablemente con Cervantes, que estaba apoyado
sobre un hombre bajito y barrigón que debía ser Sancho Panza.

En una animada tertulia sobre métrica, vi a García Lorca, Miguel Hernández,
Alfonsina Storni, Bécquer, León Felipe, Alberti, Borges y Antonio
Machado. Mientras, Rosalía de Castro y Emilia Pardo Bazán, no podían
disimular sus miraditas a Molierè, Dante y Dostoievski...


Los premios Nobel, ocupaban un espacio impresionante frente a la gran
cristalera, junto a una chimenea de dimensiones fantásticas: Cela, Pablo
Neruda,Echegaray, Tagore, Benavente, Thomas Mann, Pearl Buck,
Gabriela Mistral, Ernest Hemingway y Juan Ramón Jiménez , comentaban
sobre Doris Lessing , la escritora Premio Nobel de Literatura 2007.

No lo dudé y me dirigí a la planta décima: Músicos

Un escenario inmenso ocupaba en centro del salón. Toda una gama de
instrumentos, descansaban en sus soportes, otros eran dulcemente
acariciados por muchos de mis ídolos a punto de empezar una ?Jam sessión?:
Luis Amstrong, Ray Charles, Frank Zappa, Camarón, Elvis, Jimi
Hendrix...Celia Crúz, calentaba su voz con su famoso: Azúcar !, mientras
varias decenas de cantantes y músicos, bajaban y subían al escenario.

Perdí la noción del tiempo. Duetos como el de Lennon con El Fary, nunca
podré olvidarlos...

Subí nuevamente al ascensor, al abrir las puertas, encontré a James Deán.
Sonrió y después de un par de miradas y un guiño, me invitó a su habitación.
Tenía curiosidad por la decoración de las suites así que sin dudarlo, acepté
su invitación y hasta aquí puedo escribir...



Sé que tengo pendientes la planta de los actores, arquitectos, personal de
limpieza, deportistas... pero eso ocupará otro capítulo en otro momento...

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