Martín estaba en segundo de bachiller. Siempre había sido un chico reservado, tímido, callado y tremendamente responsable, y Daniela, en plena "adolescencia rebelde ", 13 años.
Las vacaciones se presentaron aparentemente como siempre. La familia, llegó a San Juan, a principios de agosto. A los pocos días, la madre de Martín se reencontró con una antigua compañera de la facultad.
Paula, se acababa de separar después de vivir un infierno, y volver a ver a María José y pasar unos días en un ambiente familiar tan equilibrado y feliz, estabilizó a Paula, le devolvió la esperanza y las ganas de mirar adelante.
Paula y Martín paseaban por la playa cada tarde. Se quedaban conversando en la terraza del apartamento hasta bien entrada la madrugada. Iban juntos de compras, compartían confidencias, ilusiones y frustraciones. La complicidad y confianza entre ellos era cada vez mas intensa.
Después de dos semanas la familia volvía a Madrid, y Paula, les pidió que Martín se quedará en la Playa hasta final de mes, ella se responsabilizaría de él y disfrutaría del hijo que nunca tuvo.
Martín compartió unos días inolvidables con ella.
Una tarde mientras tomaban un baño en la playa, Martín confesó a Paula que la amaba.
Volvieron a Madrid, se despidieron ante el portal de Martín y nunca, nunca más volvieron a encontrarse.
Las vacaciones se presentaron aparentemente como siempre. La familia, llegó a San Juan, a principios de agosto. A los pocos días, la madre de Martín se reencontró con una antigua compañera de la facultad.
Paula, se acababa de separar después de vivir un infierno, y volver a ver a María José y pasar unos días en un ambiente familiar tan equilibrado y feliz, estabilizó a Paula, le devolvió la esperanza y las ganas de mirar adelante.
Paula y Martín paseaban por la playa cada tarde. Se quedaban conversando en la terraza del apartamento hasta bien entrada la madrugada. Iban juntos de compras, compartían confidencias, ilusiones y frustraciones. La complicidad y confianza entre ellos era cada vez mas intensa.
Después de dos semanas la familia volvía a Madrid, y Paula, les pidió que Martín se quedará en la Playa hasta final de mes, ella se responsabilizaría de él y disfrutaría del hijo que nunca tuvo.
Martín compartió unos días inolvidables con ella.
Una tarde mientras tomaban un baño en la playa, Martín confesó a Paula que la amaba.
Se estremeció y mil sensaciones recorrieron su espalda... El deseo, la necesidad de afecto y la excitación no le dejaban pensar con claridad. Empezaron a besarse, era como si el tiempo no existiera, como si nadie pudiera verles, como si estuvieran hechos el uno para el otro...
Volvieron a casa y se amaron, se amaron con una pasión desbordante, como si fuera la primera o quizás... la última vez que se tendrían el uno al otro.
Los siguientes días, vivieron como si no existiera nada más que ellos, sabiendo que la cuenta atrás del final de su relación, había empezado...
Las vacaciones en la playa, convirtieron a Martín en un hombre. Del niño rubito de ojos azules solo quedaba el recuerdo, en su lugar, resurgió un joven fuerte, inteligente y no tan ingenuo.
Volvieron a casa y se amaron, se amaron con una pasión desbordante, como si fuera la primera o quizás... la última vez que se tendrían el uno al otro.
Los siguientes días, vivieron como si no existiera nada más que ellos, sabiendo que la cuenta atrás del final de su relación, había empezado...
Las vacaciones en la playa, convirtieron a Martín en un hombre. Del niño rubito de ojos azules solo quedaba el recuerdo, en su lugar, resurgió un joven fuerte, inteligente y no tan ingenuo.
Volvieron a Madrid, se despidieron ante el portal de Martín y nunca, nunca más volvieron a encontrarse.
O... ¿Si..?
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