Me ha parecido interesante, a ver si a vosotros también.... aunque claro, no estoy de acuerdo en todo...
Agrupados bajo el nombre "Los derechos imprescriptibles del lector" El escritor francés, Pennac. cree que el lector debe gozar de estos diez derechos...
1. El derecho a no leer.
Aceptemos de una vez que hay gente a la que leer puede no gustarle... -allá ellos-; dice Pennac: "La idea de que la lectura humaniza al hombre es justa en su conjunto,
a pesar de que existen algunas excepciones deprimentes. Se es sin duda un poco más humano, si entendemos por eso un poco más solidario con la especie (un poco menos
fiera), después de haber leído a Chejov
que antes. Pero cuidémonos de flanquear este teorema con el corolario
según el cual todo individuo que no lee debería ser
considerado a priori como un bruto potencial o un cretino redhibitorio.
Si lo hacemos convertiremos la lectura en una obligación moral, y este
es el comienzo de una escalada que
nos llevará rápidamente a juzgar, por ejemplo la moralidad de los libros mismos".
2. El derecho a saltarse páginas.
Si una historia (sobre todo las prosas morosas y detallistas del siglo
XIX, podemos agregar) abunda en fragmentos que nos desesperan o aburren,
es mejor dejarlos pasar que
renunciar del todo a la obra. Así dice Pennac que hizo en su infancia
con La guerra y la paz: devoró la historia de amor y descartó las páginas sobre política y
estrategias bélicas.
3. El derecho a no terminar un libro.
Y así como se puede esquivar algunas partes centrales en un libro, se
puede obviar su final. Para Pennac, nada (¡y menos el temor a ser
juzgados como perezosos o
ignorantes por otros!) justifica que leer se convierta en una
obligación. Si un libro comienza a aburrirnos, dejémoslo para otro
momento... o para otro lector.
4. El derecho a releer.
Dice Pennac: "Releer lo que me había rechazado antes, releer sin
saltarse una línea, releer desde otro ángulo, releer para verificar, sí…
nos concedemos todos estos
derechos. Pero releemos sobre todo gratuitamente, por el placer de la
repetición, la alegría de los reencuentros, la puesta a prueba de la
intimidad. Otra vez,
otra vez, decía el niño que fuimos…".
5. El derecho a leer cualquier cosa.
Sí. A leer literatura estereotipada, comercial, que repite una
fórmula... si la disfrutamos. Que nadie se rasgue las vestiduras. Según
Pennac, tarde o temprano, hechizados por la lectura en sí misma, daremos
con textos mejores (más verdaderos, que no ocultan la complejidad de
las cosas) y nos haremos
adictos a ellos. Tenderemos (pero naturalmente, sin imposiciones ni
vergüenzas) a buscar escrituras más auténticas y profundas.
6. El derecho al bovarismo (enfermedad textualmente transmisible).
Leer febrilmente, vibrar de emoción, obsesionarnos por un texto o
personaje es válido (y no una etapa inmadura que debemos superar).
7. El derecho a leer en cualquier parte.
En cualquier parte y haciendo diferentes cosas. Tomando sol. Viajando.
Caminando. Adormeciéndonos. Comiendo. Agreguen sus variantes.
8. El derecho a picotear.
Leer de aquí y de allá, varios libros a la vez. O abrir un volumen en
cualquier lugar y leer con toda intensidad la página casual... para
cerrar el libro hasta otra
temporada. "Cuando no se tiene el tiempo ni los medios para tomarse una
semana en Venecia -argumenta Pennac-, ¿por qué rehusarse el
derecho de pasar allí cinco minutos?".
9. El derecho a leer en voz alta.
De poner nuestro cuerpo, nuestra voz, nuestra saliva, nuestra
interpretación en la lectura. Pero también, por supuesto, derecho a leer
en voz baja.
10. El derecho a callarnos.
O derecho a mantener con el texto una relación compleja, extraña,
personal e intransferible. "La lectura es una compañía que no ocupa el
lugar de ninguna otra y a la que ninguna compañía distinta podría
reemplazar. No le ofrece [al lector] ninguna explicación definitiva
sobre su destino, pero teje una retícula apretada de complicidades entre
la vida y él. Ínfimas y secretas complicidades que hablan de la
felicidad paradójica de vivir, al tiempo que iluminan el absurdo trágico
de la vida".
Interesante es, pero sin duda no se si se trata de derechos o de voluntades, yo diría más que lo segundo, no es que me tengan que respetar por encima de todo que yo haga esas cosas, si no que más bien yo tengo la capacidad en cada momento de tener en mi voluntad el hacerlo o no, no sé si me explico.
ResponderEliminarUn beso.
Te explicas de maravilla. Ejerce tus derechos o tus voluntades como quieras cuándo te acerques a un libro, y DISFRUTA!
ResponderEliminarUn abrazo.