-¿Sábes mamá quién ha venido a vernos hoy a clase?
-Pués ni idea...
-Saúl, ¿Te acuerdas de Saúl, mami?
-¡Claro! ¡Cómo no iba a acordarme! y ¿Cómo está?
-Bastante bien, está muy alto y super guapo... Ahora vive en Cádiz, y ha venido con sus tíos a visitar a su familia, su abuelo, cumple 80 años y le van a hacer una fiesta sorpresa. ¡Qué gracia! no veas cómo habla, parece andalúz, andalúz...
-¡Claro, Sara!, se fué de Madrid hace...a ver... 2.004-2012...¡casi ocho años ya! además era muy pequeño, cuándo se fué, solo teníais cuatro años... es normal que se le haya pegado el acento del sur.
A la salida de las clases, coincidíamos un grupo de madres que después de vernos cada día durante un par de cursos, ya nos habíamos hecho amigas. Los viernes, tomábamos café enfrente del colegio, charlabamos de los críos, los maestros y a veces hasta salía algún problemilla personal o de pareja...
Enseguida conecté con Katia. Era una mujer tímida, un poco mayor que el resto de nosotras. Tenía una sonrisa que enamoraba y su mirada era de un azúl cielo llena de ternura. No hablaba mucho pero sus intervenciones siempre eran prudentes, sensatas y equilibradas. Saúl nació después de muchos años de matrimonio. Fué un niño muy deseado y buscado por todos los medios, ya que Katia tenía dificultades para quedarse embarazada, pero finalmente llegó cómo decía Katia:´´el deseado y pedido a Dios´´: Saúl .
Será dificil que olvide ese 11 de Marzo de 2.004. Eran las cinco de la tarde y a todas nos resultó muy raro que Katia no estuviera tan puntual como siempre recogiendo a Saúl.
A las cinco y cuarto, apenas quedaban niños en el patio, pero Sara no quería dejar solo a Saúl e insistía en que nos quedáramos jugando un rato más hasta que viniera su mamá a recogerle.
A las cinco y media, solo quedabamos nosotros tres en el patio del colegio. Llamé al movil de Katia muchas veces. Estaba apagado o fuera de cobertura... era muy raro...
¿Sería posible que se hubiera retrasado por el caos que había en Madrid debido al atentado terrorista contra los trenes de Madrid, el 11 de Marzo? Ella núnca llegaba tarde, además tenía todos nuestros números de teléfono y era muy raro que no hubiera llamado a ninguna mamá si le hubiera surgido algún contratiempo que le impidiera llegar a recoger a su hijo.
Tomé a Sara y a Saúl de la mano y nos dirigimos a la secretaría del colegio. No habia ningún recado de Katia, ella no había llamado al colegio para informar de su ausencia a la hora de recoger al niño. Pedí hablar con la directora del centro, empezaba a tener un mal presentimiento...
Llamamos a los teléfonos que tenían en el colegio, tanto de su casa como de algunos familiares cercanos al niño, pero nadie contestaba. Decidimos que me llevaría a Saúl a casa hasta que pudiesemos localizar a alguién de la familia.
A las siete y media de la tarde y después de infructuosos intentos, me decidí a llamar a algunos hospitales, el presentimiento se tornaba en certeza cada vez más... Era un día complicado...el atentado , complicaba las comunicaciones y más aún con los hospitales. No había ni rastro de Katia ni de su marido por ningún sitio...
Saúl era un encanto, no protestó en ningún momento con el cambio de planes que significó para él venirse a casa. Merendó muy bien, jugaron un rato, les di un baño y solo a la hora de acostarse, preguntó:
-¿ Mi mami también va a venir a dormir a ésta casa, Sara?
A las nueve de la noche, sonó el teléfono. Saúl y Sara, ya estaban dormidos.Era Carmen, la directora del colegio.El abuelo de Saúl la había localizado y aunqué casí sin voz, le dijo que su hijo y su nuera viajaban en uno de los trenes que habían sufrido el atentado terrorista y que apenas hacía unas horas les habían identificado. Estaban en los pabellones de Ifema y les trasladarían en cuánto pudieran, al anatómico forense.
El corazón se me paró, no podía articular palabra. Cuándo reaccioné, concreté con la directora para vernos al día siguiente a primera hora con Saúl y su abuelo.
¡Madre mía! ¡ese niño! ¡Sólo tenía cuatro años y la desgracia se había cebado de pleno en él! y ¿Katia? ¿Su marido? ¡Qué espanto! ¿Por qué viajarían justo ese día en los trenes? No era un recorrido que hicieran habitualmente...¡Lo qué es la vida, el destino, la fatalidad! ¡Qué se yo!
Me acerqué a la habitación de Sara. Los dos amigos dormían placidamente cogidos de la mano. Me arrodillé ante la cama. NO se cuánto tiempo permanecí allí llorando y acariciando la cabeza de Saúl, rogándo a Dios que tuviera misericordia, que todo fuera un error, que le evitara pasar por lo que tenía por delante...
Han pasado casi ocho años. Saúl se marchó con sus tíos a Cádiz. Un grupo de psicólogos se encargaron de ayudar en primera instancia tras la tragedia... El niño reaccionó como era de esperar, pero gracias al cariño de sus tíos, los abuelos y amigos de la familia, además del apoyo psicológico especializado, consiguieron que en la actualidad, Saúl sea un niño ¿feliz?.
ufff... una historia dura... pero de las que parecen necesarias... para que no olvidemos el horror de aquel día...
ResponderEliminarque me ha gustado como lo has contado...
me has pillado floja, así que admito que hasta he llorado...
lo dicho, que me ha gustado...
muchos besos!!
Gracias Naná por venir. Si un día...para olvidar pero que no conseguimos arrancarlo de nuestra memoria...
EliminarUn beso y ¡¡¡venga, vámonos arriba!
No la conozco personalmente(a la niña) pero una persona muy importante en mi vida me conto el caso de una niña, de tres o cuatro años, que perdió a su padre allí, aún se me eriza el alma de pensarlo, te leo y se me ha encogido del todo, espero que este relato no sea real...en todo caso es un bello homenaje. Me has encogido el corazón con la historia y tu ternura al contarlo.
ResponderEliminarBesito en tu corazón
Pues, no, no es un caso real, es solo fruto de mi imaginación, pero siempre he sospechado que algún niño con ese perfil existiría...
EliminarUn abrazo Hechi, y gracias por tu comentario.
Será que estoy un poco sensible hoy,o será que lo que cuentas es tan trágico como injusto, pero el caso es que llevo un nudo en la garganta de esos que no se aflojan ni con un buen trago de licor. Me has conmovido. Y no sé si Saúl es un niño real o si sólo existe en tus letras. Sea como sea, hay muchos Saúles, y a ellos les corresponde este homenaje. Un abrazo a Saúl, a todos los Saúles. Y otro para ti por hacer de un relato una preciosa crónica del dolor, pero también de la humanidad.
ResponderEliminarEstoy ENCANTADA de haberte conmovido con el relato, aunque el precio... haya sido duro...
EliminarSiento que esta crónica del dolor, aunque sea inventada, es una realidad en muchas ocasiones.
Un abrazo, amigo.