-Pues si hija, es que con estos fríos, no puedo dar un paso, el reuma, la ciática otra vez, o qué se yo...
-¿Cómo no me ha llamado y hubiera ido a verle a casa?, ¿Tiene alguién que le eche una mano?
-Viene una señora dos veces a la semana a limpiar un poco y a hacer algo de comida.
-Pero...¡eso es muy poco!
-Ya, pero es todo lo que me dan en ¨la caridad"- a domicilio- del Ayuntamiento. Con mi paga, yo no alcanzo a tener más ayuda.
-Emilio, no tenía hijos, ¿verdad?
-No, Mercedes y yo, estuvimos casi cincuenta años casados pero Dios, no quiso bendecirnos con familia.
-Bueno, vamos a hacer unos análisis y algunas pruebas a ver si podemos aliviar esos dolores...
Recuerdo a Mercedes; ¡Una señora! ¡Una gran señora! Elegante, culta, impecable en su forma de vestir y siempre con una sonrisa que permaneció en su cara hasta en los momentos más duros de su enfermedad, que finalmente se la llevó hace un par de años.
Emilio y Mercedes se conocieron en la universidad, y fueron amigos primero y después amantes durante medio siglo. Compartían su pasión por la música y eso fué la chispa que encendió su relación. Ella se dedicó al magisterio, él a tocar en orquestas y vivieron muy felices y de manera intensa. Mercedes, me contaba en ocasiones sus viajes con Emilio durante el verano. Ella, liberada de sus responsabilidades en la escuela durante las vacaciones, acompañaba a su marido por España, y era su mayor fan.
Nunca he conocido a otra pareja con la complicidad y la química de estos dos ancianos tan entrañables. ¡Cómo se miraban! ¡Cómo se cogían de las manos! Era conmovedor, verles entrar en la consulta; ella apoyada en el brazo de su marido y él, orgulloso de ser el hombre afortunado que tenía por esposa a semejante princesa...
En todos mis años de experiencia, informar a Mercedes y a Emilio, que una leucemia se estaba adueñando de la vida de esa gran mujer, ha sido una de las tareas más difíciles a las que me he tenido que enfrentar. Ellos se miraron, Mercedes, no dejó de sonreír mientras cogía la mano de su marido y le decía:
-Queda poco, cariño, no podemos perder ni un minuto.
Se levantaron, me dieron las gracias y salieron abrazados de la consulta pero con paso firme y decidido a vivir con intensidad los escasos meses que le quedaban a Mercedes de vida.
Habían llegado los resultados de las pruebas de Emilio, y no eran buenas noticias las que tenía que darle...
-Buenos días, ¿Cómo se encuentra?
-Cansado, y sin apenas fuerza, aunque mejor de los dolores, el Tramadol me ha venido bien, incluso duermo mejor que antes, pero estoy desmadejado, abatido, exhausto...
-Verá Emilio... sería conveniente que le ingresemos unos días en el hospital, además de hacerle algunas pruebas, podría descansar tranquilo, sin preocuparse de comidas, la casa...
-¿Qué ocurre? ¿Qué tengo? Por favor, dígame la verdad, no tengo miedo. He vivido más que suficiente y... ya estoy cansado... Hace dos años que estoy solo, viviendo de recuerdos y esperando ansioso que llegue el día para volver a estar con Mercedes. Si, creo que existe el cielo y que ella está allí esperándome, no quiero hacerle esperar más... ¿Me puede ayudar? ¿Puede acortar mi espera?
-Vamos, vamos Emilio... no diga usted esas cosas...
-No quiero ir al hospital, no quiero dejar mi casa, quiero morir allí y lo antes posible, arropado por mis recuerdos, por nuestras fotos. ¿Sabe? todavía queda un poquito del perfume de Mercedes, cada noche rocío unas gotitas en la almohada y me duermo con su aroma... sueño con ella cada día, y no veo el momento de volver a abrazarla. Si usted me dice que esos análisis dicen que me queda poco, me estará dándo una fantástica noticia...
-Si no aplicamos pronto tratamiento... Si, Emilio, le quedaría poco...muy poco.
Se levantó sonriendo, me dió la mano y se despidió de mi para siempre...
Sus pasos al salir de la consulta fueron firmes y decididos, yo diría, que incluso ligeros y hasta ágiles.
Su meta; el re-encuentro con Mercedes, estaba muy cerca...
Es un texto cargado de sensibilidad, de los que son capaces de dejar asomar alguna humedad en la mirada.
ResponderEliminarMuy bueno Gema, un beso.
Gracias, Jucar, un placer tu visita, ya te echaba de menos, por casa...
EliminarUn abrazo.