En nuestro "occidente" liberal y avanzado en tantos sentidos, parece mentira que todavía haya algunos temas que "tratamos de puntillas", y no solo en público, también en privado, (y hasta me atrevería a decir, que ni pensamos en ellos hasta que no nos toca más o menos cerca). Uno de ellos es LA MUERTE, y otro, más importante aún: LA MUERTE POR SUICIDIO.
Hay palabras que dan miedo, y nos cuesta hasta pronunciarlas en voz alta, aunque el tema sea un puro clamor en estos tiempos que nos toca vivir.
Cuesta entender que en la actualidad, -y con la cantidad de recursos que tenemos a nuestro alcance-, no podamos prevenir de manera más eficaz los suicidios (aproximadamente al año, se quitan la vida unas 800.000 personas en el mundo y 4.000 personas en España).
Podría dar más detalles por años, edades...etc, pero no quiero meter más el dedo en esta yaga super sangrante pero para hacernos idea de la dimensión tremenda de este número de personas, las víctimas por accidentes de tráfico en España, no llegan a 2.000 al año.
Las causas más habituales que llevan a una persona a terminar con su vida suelen ser: la enfermedad mental (sufrimiento psicológico mantenido en el tiempo), stress emocional, bullyng, soledad, pobreza... Nos sentimos muy impotentes al imaginar que el sufrimiento por el que pasa una persona sea tan atroz, que su única salida para dejar de padecer, sea acabar con su vida.Se hace necesario reflexionar sobre este tema; echar un vistazo a esta sociedad dura, competitiva, poco compasiva y hasta insensible con las personas que están sufriendo hasta extremos insoportables y no deberíamos temer hablar de este tema, que aunque sin duda es delicado, no deberíamos ocultar esta realidad, y que despertara en nosotros sensibilidad ante tanto sufrimiento.
Cuando una persona decide quitarse la vida, pierde lo más importante que posee y los que le aman, tienen que seguir adelante soportando su ausencia. Es uno de los traumas mas crueles para ese círculo cercano de familiares y amigos con sentimientos de profunda tristeza, culpa, negación de la realidad... etc (llamados "supervivientes", por la psicología, -lo que nos da una idea de la dificultad de seguir viviendo ante semejante experiencia-).
Buscar explicaciones o culpables ante el suicidio, produce una terrible desesperación, y una tremenda incapacidad para mitigar la angustia por el profundo dolor que produce la pérdida de un ser querido, y estas interrogantes y el desconcierto que se produce, ¡no son algo pasajero!; acompañan a "los supervivientes" durante meses, años y en algunos casos hasta el resto de sus vidas... por lo que se hace necesario un apoyo EXTRA para ese círculo cercano por parte de familiares, profesionales, etc.
A lo largo de la vida, desafortunadamente, vamos a cruzarnos con personas y familias que tienen que enfrentarse con este dolor devastador, pero: ¿sabemos cómo actuar? Siempre es difícil acompañar, y consolar a las personas que pierden a un ser querido, porque no hay palabras que reconforten su ausencia, pero ante una pérdida por suicidio... es el:
"¡más difícil todavía!"
Acompañar, escuchar, ser paciente, respetar, guardar silencio, abrazar, secar lágrimas, acariciar y estar disponible para ayudarles a encontrar un propósito y, aunque no haya fuerzas (ni ganas), hay que animar al que sufre para que pueda seguir adelante, intentando que se alimente bien, que procure un sueño reparador y retome rutinas saludables, sin olvidar su parte emocional y espiritual; en definitiva, ¡un cuidado personal integral!.
Son recomendaciones sencillas para estar cerca de los que pasan por esta situación tan dura, y sobre todo, animarles a que no se queden estancados en ese último momento de la vida de la persona querida que decidió quitarse la vida, ya que antes de ese momento fatal:
¡Hubo vida, logros, y amor...!
y deben intentar recrearse en esos buenos momentos...
La vida, continúa, y aunque no haya fuerzas y todo parezca una cruel pesadilla, hay que seguir viviendo y apoyando a los que también están sufriendo (padres, hermanos, hijos, novios, amigos...)
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