-"Llego en el AVE de las 11:30
¿Dónde quedamos?
¿Dónde quedamos?
¿Dónde voy a conocerte?"
Es otoño, así que no tengo dudas; el Parque del Retiro es el marco PERFECTO para vernos por primera vez... Un entorno dominado por los ocres, el amarillo, todas las gamas de verde, el azúl cielo... Es un decorado ideal para poner cara a las voces mudas de nuestros e-mails que desde hace casi dos años, intercambiamos.
Camino con paso firme, segura de mi misma. No soy joven, pero el paso de los años me ha tratado bien. Llevo un abrigo de "Desigual", tal vez, demasiado atrevido para mi edad, unas botas hasta la rodilla, leggins y un jersey de cuello alto negro. Las gafas oscuras, completan mi look otoñal. El bolso, será lo que le de la pista de quién soy: es transparente y en su interior mi cartera, una agenda fucsia, bolígrafo Bic azúl, un paquete de chicles, ibuprofeno, el móvil, Kleenex y "El coronel Chabert" de Balzac (en una edición impecable de Alfaguara con una portada que me cautivó en cuanto la ví)
"¿Te parece bien en la puerta del Palacio de Cristal del Retiro, a las 12:15?"
Frente a la entrada principal del Palacio de Cristal hay una pequeña terraza, un mirador con unas impresionantes vistas a un lago.
Este lugar siempre ha sido especial para mi. Tal vez porque justo ahí, recibí mi primer beso, porque sobre la barandilla de piedra, he dibujado muchas veces escenas típicas de este parque: un grupo de músicos tocando jazz, parejas paseando de la mano, abuelos empujando cochecitos, orgullosos de sus nietos, empleados del ayuntamiento recogiendo hojas secas...
Estoy nerviosa. Son las 12:05 y me pregunto cómo será. Es la primera vez que accedo a una "cita a ciegas, sin embargo, Carlos es una de las personas que más conozco aunque no físicamente. Nos encontramos, por casualidad comentando unos cuadros en la Web de un amigo pintor. Coincidíamos casi siempre; él comentaba primero y después yo o al contrario y un día, decidí pinchar en su nombre y la mágia de internet, me transportó a su página. Lo que allí encontré, me hizo quedarme y acudir cada día buscando "mi dosis" de pasión por la vida, que es lo que Carlos transmitía en sus trazos.
Ya son las 12:10 y presiento que se acerca... Sigo en la terraza, a menos de treinta metros de la entrada al palacio y puedo ver cómo suben la escalera los diferentes visitantes y también los que esperan; esa puerta, es un típico punto de encuentro.
Carlos, no me ha dado muchas pistas de cómo es, pero tras casi dos años, he llegado a la conclusión de que debe rondar los cincuenta. Es un hombre reflexivo, maduro y con un gran sentido del humor, pero sin duda, lo más destacable en él es, su optimismo y esa aparente facilidad de verle a todo, su lado amable. No le han ido demasiado bien las cosas en lo afectivo. Cuenta con dos separaciones en sus espaldas. Tiene un hijo adolescente. Trabaja en un gabinete jurídico y le apasiona pintar, viajar, la música y el mar. Coincidimos en todo; en lo laboral, los hobbies y en la mala pata a la hora de encontrar pareja.
Yo me casé antes de terminar Derecho. Duró menos de un año. Después me dediqué a mi trabajo y a posicionarme profesionalmente. Los años fueron pasando y tras breves relaciones, empecé a salir con un compañero de trabajo. Estuvimos juntos durante casi 10 años. De esa relación, nació mi hija.
En la puerta del Palacio hay cinco, seis personas, ¿Quién será Carlos? De los tres posibles candidatos, inmediatamente descarto a un jóven de unos treinta y tantos años, fuerte (muchas horas de gimnasio definen su espalda) y pelo liso, por los hombros. No no, ese, no es.
Los otros dos posibles "Carlos" son muy atractivos... Uno de ellos lleva unos vaqueros, y una cazadora negra. Tiene el pelo muy canoso y gafas graduadas.
Los otros dos posibles "Carlos" son muy atractivos... Uno de ellos lleva unos vaqueros, y una cazadora negra. Tiene el pelo muy canoso y gafas graduadas.
El otro "aspirante", es muy alto, ronda los cincuenta. Tiene la piel muy bronceada, su pelo es muy claro. Está muy delgado. Mira insistentemente su móvil .
Me tiemblan ligeramente las piernas cuando me aproximo a las escaleras... subo despacio. Les observo protegida por mis gafas de sol. Los tres me miran mientras acorto distancias... Uno de ellos se acerca:
"-Hola. Eres EXACTAMENTE, como te había imaginado..."
"-¿Carlos?... Vaya, vaya..."
(No, no continuará...)
que no continuará!?...
ResponderEliminareres mala...
lo sabías?
y aquí me quedo yo intrigadísima...
muchos besos!!
Ay querida chiquita de ojos marrones y grandísima belleza (por dentro y por fuera)
ResponderEliminarSi, soy mala...ya me conoces... pero te quiero...
A lo mejor ese AVE...¿vendría de Valencia? o ¿de Barcelona? a lo mejor de Sevilla...
Jajajaja.
Un abrazo, y gracias por venir. Parece que últimamente, estoy pelin inspirada...
Me encanta poder recuperar tu prosa, fresca, ágil, dinámica, y casi siempre con una sorpresa reservada para el final.
ResponderEliminarMe has arrancado una sonrisa y recordar viejos tiempos.
Un beso