Miedo me da...
Hablar de temas tan "sensibles"; generalizar cuando cada caso tiene su particularidad, su recorrido, y sobre todo, cuando el afectado tiene su personalidad, carácter, capacidad de resiliencia, agotamiento en el proceso de la perdida, o shock porque no se lo esperaba... ¡hay tantos condicionantes y tantos casos como personas! que tratar un tema así, es delicado y atrevido...
He de decir que me acerco a este tema con prudencia y sigilo porque creo que es de las cosas más sensibles que podemos tratar y que incluso, en momentos tan duros y delicados, no querría, ofender, ni minimizar el dolor que cada uno puede sentir ante la perdida del "ser querido", (y hablo de "ser" , porque no tiene que ser una persona solamente...)
Llevar el duelo de la manera sana que indican los manuales, pasando por todas las etapas, ordenadamente, creo que es generalizar hasta extremos, y aunque evidentemente, las etapas están ahí, y son las que son: (negación, ira, negociación, depresión y aceptación), esto es demasiado general, porque pocas personas son tan rigurosas, templadas, organizadas, racionales, y "practicas", cuando el dolor de la pérdida no te deja respirar...
Conozco diferentes personas que se han quedado "atascadas" en alguna de estas fases de duelo y que ese atasco las retiene durante meses, e incluso años...
Se ha escrito mucho a cerca de esto por grandes expertos de diferentes materias, y no voy a ser yo quién tenga la formula mágica para dar las pautas que ayuden en un duelo saludable, pero entiendo que cada caso es diferente, ¡tanto como cada persona y las circunstancias que rodean cada situación!, pero lo que todas tienen en común, es que:
SOMOS PERSONAS, y
HEMOS PERDIDO A ALGUIEN MUY QUERIDO.
Es inevitable partir de lo subjetivo, de la experiencia propia, (vivida hace muy poco), y el recorrido ante las pérdidas. Lo primero que ocurre es que se rompe la rutina; salta por los aires lo que era tu día a día antes del duelo, ya que tu mente, ánimo, e incluso fisicamente, te sientes devastado, ya sea por el cansancio del proceso antes de la pérdida, o por el shock de la sorpresa si ha sido una muerte inesperada.
¡Bendita rutina!, aunque nos quejemos de ella, por lo recurrente, reiterativa, previsible e incluso tremendamente tediosa, la rutina nos da seguridad; ¡nos hace creer que "controlamos algo"! ya que encajamos en el horario previsto , y eso nos permite un cierto equilibrio diario y a medio plazo.
Que cada día nos estén esperando nuestras responsabilidades familiares, y laborales, nos da un punto de anclaje y a pesar de haber dormido mal, o cuando abrimos los ojos por la mañana, no sintamos que hemos descansado del trajín diario, ¡toca seguir...!
A pesar de los problemas que nos quitan la gana de volver a empezar cada día, no queda más remedio que seguir y cumplir... y creo que aquí está la clave de la recuperación ante la perdida: intentar volver a la "normalidad", ¡a la rutina!, en cuanto podamos... esto no significa, ni aplazar el duelo, ni seguir con nuestra vida como si "no hubiese pasado nada", ya que ¡ha pasado mucho!, y la tristeza, añoranza, y necesidad de recuperar lo perdido, nos atenaza el corazón.
Volver a la rutina aunque sea a "tiempo parcial", nos va a dar cierto "oxigeno" para transitar el dolor, ya que ocupar nuestra mente y obligar a nuestro cuerpo a actuar como "antes de", nos vuelve a "anclar" en la vida.
Otra querencia del duelo, es tener la idea recurrente de rememorar momentos; por ejemplo, los últimos de la enfermedad del ser perdido; las largas noches de cuidado e insomnio, los tratamientos médicos que finalmente, no han dado resultado, el sufrimiento de la persona enferma, sus ganas de seguir aferrado a la vida, todo lo que no hemos dicho, o se ha quedado pendiente de hacer o resolver...
Esta tortura, es algo recurrente que nos infligimos: -podía haber hecho más, podía haber dicho más, podría haber...- y aquí: si que debemos correr en sentido contrario a transitar ese camino, (¡que solo nos lleva a la culpabilidad!), y la realidad, es que aunque podríamos haber hecho más, haber dicho más... ¡ya está!, ¡ya pasó!, y esos pensamientos ¡solo hacen sangre! ni alivian, ni solucionan nada...
También debemos huir cuanto antes de provocar compasión, de dar lástima a que los que nos rodean y empatizan con nuestro dolor.
Un abrazo, atenciones, pequeños detalles, mensajitos, son muy bienvenidos cuando estamos pasando por el duelo, y sobre todo al principio, alivian mucho y son de agradecer, pero no debemos instalarnos en "dar pena", y provocar en los que nos rodean esa sensación de impotencia para consolar, o aliviar, ya que no es su responsabilidad cargar con nuestra pena, sino intentar aliviar, calmar, acompañar...
Es muy bueno incorporar nuevas actividades a nuestro día a día, que están en el extremo opuesto a lo que hacíamos -antes de-, como nadar, hacer un pequeño curso de algo que te gusta y has ido aplazando, empezar un voluntariado... centrarnos en actividades "sin recuerdos", que enriquezcan nuestra vida y nos den un respiro.
No es nada nuevo, y está reconocida como una de las mejores terapias ante el dolor:
ESCRIBIR.
Escribir a mano, "vomitando" como nos sentimos, nos vacía de dolor, y aunque es "pasajero", ya que los depósitos de dolor se re-llenan muy rápido, seguir drenando cada día con la escritura nuestros sentimientos, es muy sanador.
Otro recurso "salvador", aunque quizás, no está al alcance de todos -si no eres creyente-, es el refugio en tu espiritualidad. El cuerpo, la mente, tus emociones, quedan muy afectadas cuando nos enfrentamos a una perdida, y tu espíritu, como parte integral de la persona, también sufre. Quienes no tienen esperanza en "otra vida" después de ésta, ¡su desconsuelo es aún mayor!, ya que la perdida es para siempre y significa un rotundo punto final, pero los que si creemos que hay algo más esperándonos tras esta vida llena de interrogantes, inseguridad, dolor y ausencias, vemos un punto de luz al final del camino y un re-encuentro, y esa esperanza, nos permite seguir adelante.
Sería fantástico que añadieras otros recursos que te han ayudado en tu tránsito por el duelo, y que pueden ayudarme y ayudar a otros.
La palabra: cálmate, o ánimo, pueden ser hasta ofensivas... pero hasta que alguien más listo invente unas adecuadas, tenemos que apañarnos con estos buenos deseos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario